Este pasado Sábado 9 de Abril, estaba visitando una capilla de adoración al Santísimo Sacramento y mientras estaba disfrutando de esa sensación tan especial, gratificante y reconfortante que solo experimento ahí, entró un grupo de jóvenes entre los 9 y 14 años de edad aproximadamente, los cuales exclamaron en voz alta: Jesus te pedimos por La Paz en el mundo y con frases similares pasaron unos breves minutos solicitando a Jesucristo de forma ordenada y respetuosas sus intenciones ante el creador.
Por un momento de forma humilde y callada preste atención a las plegarias que recitaban los jóvenes, no es mi intención descalificar, criticar o juzgar la actividad que realizaban los muchachos y mucho menos someter a cuestionamiento la forma en que manejan su fe, creencia o religión; sin embargo creo que La Paz del mundo no es responsabilidad de Jesuscristo o de Dios creador.
Todas las situaciones de injusticia, guerras, hambrunas, epidemias, crímenes, contaminación del medio ambiente, genocidios, maltrato animal o extinción de especies en general, es responsabilidad absoluta de la humanidad.
Por lo cual considero que estamos a tiempo de educar e informar a todos nuestros niños, jóvenes o adultos, que la oración es una herramienta extraordinaria, poderosa y muy renconfortante, que nos acerca a nuestro creador y se convierte en una comunicación directa de nuestra esencia con Dios Padre. Sin embargo debemos hacerle saber a todos por igual, que nuestro libre albedrío es el gran responsable de los males o de las situaciones poco agradables que nos ha tocado transitar en esta vida o de las que tenemos conocimiento por diferentes vías de comunicación.
Quizás por desconocimiento de nuestro poder espiritual y de la reiterada desconexión con nuestra esencia, ponemos en nuestras plegarias las mayores ilusiones o esperanzas, anhelando una solución mística que nos brinde lo que esperamos a la brevedad y en el tiempo que creemos nosotros es el indicado, sin nosotros haber tomado la determinación de modificar conductas, pensamientos o palabras que hagan un cambio significativo en nuestra vida y en la de los demás, ya que no hemos sido los suficientemente inteligentes en reconocer el inmenso valor de las palabras, las acciones o los pensamientos y seguimos sin entender la tan mencionada y real frase que reza así: El tiempo de Dios es perfecto.
No tiene nada que ver el ser religioso o ser espiritual para ser buena persona; nuestras acciones hablaran más que nuestras palabras y es nuestro deber mirar al prójimo desde los ojos del corazón, estableciendo todas nuestras relaciones desde el amor incondicional, sin importar el juicio de terceros acerca de nuestras acciones desinteresadas en pro de un bienestar general para toda la humanidad.
Somos responsables en la siembra de las semillas de felicidad o evolución que debemos compartir y ayudar a crecer en cada alma que nos cruza el universo en el camino de la vida, a la vez educar, informar y ser ejemplo vivo para nuestros pequeños, en lo importante que es el amor como el centro de la vida y motor universal del bienestar mundial.
Indudablemente que no descalificó de ninguna manera las bendiciones y señales que nos envía el creador por nuestras oraciones; mensajes que muchas veces dejamos pasar o no hemos desarrollado la capacidad de percibirlos y la falta nuestra de reconocer dichas señales nos retrasa el entendimiento del aprendizaje que nos brinda cada situación.
Les invito a revisar las peticiones que realicen en sus plegarias y a su vez que analicen sus conductas, palabras o pensamientos que tengan relación con sus peticiones y con todo su proceder diario, de los contrarío le ponemos cuesta arriba las ayudas y bendiciones que nos regala el creador .
Un fuerte abrazo
Opsensei
Doral, FL
Abril 13 2016
16:07 Hrs.