2 de junio de 2016

Palabras al viento

Dios te envio estas palabras desde el fondo de mi corazón al viento, con la misma ilusión con que un niño espera lo mejor de cada día y con la misma humildad con que las flores esperan el rocío de le mañana, sabré yo esperar por ti señor.

No es inseguridad o decaimiento emocional, por lo cual te escribo hoy mi Dios, es necesidad de saber o de poder sentir si hasta el momento, he cubierto mis deberes contigo como hijo y si he cumplido las expectativas que tienes en mi.

Es poder saber e intentar descubrir si el camino recorrido es el que tienes planeado para mí o debo cambiar el rumbo y así entonces poder cumplir mejor el deber encomendado con el uso de los dones que me regalaste al nacer , con ese interés natural que tengo en  servirte con amor incondicional y que me permitas llevar tu mensaje de amor y fe en ti a todos.

Es tener y sentir profundamente el deseo de  cubrir las responsabilidades que me has dado en este plano terrenal, aún a sabiendas que soy juzgado por muchos, criticado por otros, calumniado por varios y descalificado por unos cuantos que con sus opiniones o calificativos solo hacen que más me apegué a servir y a brindar amor incondicional.

No soy mejor que ninguno de tus hijos y no me avergüenzo por ello, soy un alma viviendo esta experiencia humana de continuo aprendizaje, como lo es este viaje que es la vida. Podría definir la vida como un estado existencial en donde vinimos todos a crecer espiritualmente y desde el momento en que somos concebidos, es nuestra meta principal  el alcanzar con las experiencias vividas en piel y grabadas en el alma, la evolución espiritual que vinimos a buscar y a su vez es lo único que realmente nos vamos a llevar.

Tú conoces señor mis virtudes y todas mis carencias o defectos, sin embargo te pido señor que me guíes para ser un instrumento de tu Santa voluntad y me permitas comprender tus desiciones, para servir al prójimo lo mejor posible, como es tu deseo de comprender y poner en práctica el amor incondicional en toda forma de vida existente y así reafirmar que el amor es el origen de nuestra llegada y objetivo de la evolución espiritual por siempre.

Opsensei 
Pembroke Pines, FL 
Jun 02 2016 
09:36 Hrs. 

29 de mayo de 2016

La Undécima


Me motivo a escribir esto, ya que unos amigos de origen español y muy queridos como hermanos, se tomaron el tiempo de acordarse de mí en una publicación de Facebook que uno de ellos escribió, donde uno de ellos se preguntaba qué donde estaría yo, después de la Victoria alcanzada por su equipo, lo cual que agradezco por acordarse de mí.






El caso es que desde mi punto de vista, cualquier fanatismo por un grupo deportivo, una asociación política, una cultura religiosa u otro tipo de agrupación o creencia, es dañina. Si ya sé que en muchas partes o en muchas opiniones, me consideran un extraterrestre por no ser parte de esa población que omite las situaciones reales de vida y se refugian en eventos de masas como este, con la excusa de salir de la rutina y tener tema de conversación de moda o actual.

No los juzgo por su determinación de ser parte activa de las matrices de opinión del momento, pero les invito a ser tolerantes a quienes no somos parte de esa matriz. No quiero sonar anarquista, conspirador o anti sistema, pero creo que existe un considerable porcentaje de manipulación de la población mundial por parte de intereses ocultos en desarrollar esa cultura de ser fanático de algo, que no les brinda nada de evolución espiritual a ninguno de los que dicen pertene o expresan con viva voz: Ganamos, somos campeones y cosas por el estilo, cuando ni los jugadores, ni los directivos y mucho menos los políticos de oficio, tienen idea o noción de la existencia o el nombre de quien le apoya, sigue, lucha, llora y celebra con vehemencia.

Creo fielmente como parte de la humanidad, que existen muchas causas, personas, comunidades e inclusive familiares que requieren más de nuestra atención y amor incondicional, que estos grupos deportivos, asociaciones políticas o de otra índole que nos separe de nuestra esencia en nuestra misión o real deber de vida, que es servir y amar al prójimo como nuestro creador nos ha encomendado.

El tema puede tener miles de vertientes y podría pasar horas escribiendo al respecto, solo les invito a pensar un poco, si la victoria lograda por la agrupación de la cual se jacta, le sirve o le beneficia directamente en tener una mejor calidad de vida, si le ayuda a encontrar un mejor modo de vivir o a ser una mejor persona.

Un fuerte abrazo y el que se sienta campeón que celebre su undécima a plenitud.