Ayer en la tarde a eso de las 18:58 horas, justo al terminar el saludo de la clase juvenil, un alumno me pide dos minutos para conversar conmigo.
Les dicte una clase donde los primeros 40 minutos fueron ejercicios físicos sin descanso y donde se podría apreciar en los rostros de estos jóvenes el sudor corriendo por sus mejillas, donde ya el limpiarse la cara del mismo no surte mucho efecto; para luego indicarles a todos que debían quedarse en el tatami, con el fin de realizar el ejercicio de meditación; práctica que acostumbro a llevar a cabo periódicamente en clases tanto de adultos como de niños, es una meditación guiada que recibí de manos de su autor el Dr. Brian Weiss.
Para quienes no la habían realizado antes, fue muy grato tanto para mí como para sus padres, escuchar que se sentían en paz, en calma y llenos de amor con la mente en blanco y sin preocupaciones; me permití explicarles que ese es el estado natural del ser humano, que nacemos puros y limpios, que durante el camino de la vida es que nos vamos llenando de patrones establecidos que nos alejan de este nuestro estado natural y que esa sensación de amor, paz y felicidad es exportable a todos en casa, para que sea contagiosa con la finalidad de vivir en armonía. Que el amor y La Paz debemos sembrarlos en todas nuestras acciones, pensamientos o palabras y obtendremos una maravillosa cosecha, que los logros espirituales es lo único que nos acompañará eternamente.
El caso es que cuando este joven se me acerca y me dice Sensei, necesito 2 minutos de su tiempo y yo de manera jocosa le digo: cada minuto de preguntas son 20$, como por costumbre le digo a todos; me demostró la vida que el endeudado con el y con muchos soy yo por el resto de la vida, las palabras de José fueron estas: Sensei de llegar a suceder que mis padres no estén vivos, yo agradezco a Dios que te tenemos a ti.
Por supuesto que solo pude responder: hijo siempre estaré para ti, son situaciones que te dejan sin palabras.Fue una mezcla de emociones que te deja sin palabras y te renueva el alma, la vida te muestra que ha pesar de todos los que te han juzgado o te juzgan en forma negativa por luchar por cambiar vidas en un dojo y que no han logrado comprender que el karate es una forma de vida, quizás no sean capaces de disfrutar el privilegio de recibir reconocimientos como estos, que no se pueden colgar en una pared, pero te acompañan en tu corazón por siempre.
Gracias a José Alfredo en este caso en especial; seguiré dedicado sirviendo a ti y a todas las almas que nuestro creador me cruce por delante y no dejes tu hijo de hacer lo mismo, es decir servir al prójimo sin esperar nada a cambio. Es misión de cada educador guiar a todos sus estudiantes hacia su evolución e iluminación espiritual, para que alcancen ser mejores seres humanos cada día.
Inmensa razón tenía el poeta Andres Eloy Blanco, cuando escribió: Los hijos infinitos, cuando se tiene un hijo, se tienen todos los niños del mundo; les invite a que veamos al prójimo desde el corazón sin importar su edad ya que al final todos somos hijos.
Un fuerte abrazo y muchas bendiciones.