En esta tercera semana del mes de Octubre de este 2023, mientras conduzco por las calles de nuestra congestionada ciudad, Ana Lucía me expresa lo siguiente: Sensei extraño Atlanta quisiera volver a esos momentos. Para quienes no tienen conocimiento de quién es Ana Lucía, les comento que es uno de esos ángeles en la tierra que Dios nos envía o nos pone en nuestro camino como quien dice, para volver a creer en la vida ( Ana Lucía y yo amigos por siempre. Disponible en Amazon a nivel mundial)
El caso es que Ana su mamá y yo, junto con otro grupo de compañeros del dojo, el pasado mes de Septiembre visitamos por tres días la ciudad de Atlanta para un evento deportivo donde Ana obtuvo una medalla de oro en su categoría; resultado que obtuvo por su dedicación y venciendo esos miedos internos que a veces nos paralizan.
Estos tres días para la mayoría del grupo fueron de un aprendizaje bonito, de camaradería, de celebración y de crecimiento interno a nivel emocional. Por lo cual, son recuerdo muy gratos para todos y Atlanta (en el vecino estado de Georgia) es una ciudad con una magia que atrae, un clima muy agradable durante todo el año, con una geografía que enamora.
El día sábado al terminar la competencia, parte del grupo decide que deberíamos ir a comer todos a un restaurante para compartir las experiencias del evento. Nos fuimos en diferentes vehículos al lugar del encuentro. Por cosas del destino la dirección que nos dieron originalmente fue cambiada a última hora ya que no había capacidad para todo el grupo y al llegar el centro de la ciudad de Atlanta nos enteramos que no era allí y nos tomó más de 45 minutos el llegar entre el tráfico y unas pérdidas del GPS que nos ayudó a reírnos y a disfrutar esos momentos que nos hicieron ser los últimos en llegar al restaurante.
Ya al entrar al restaurante, que estaba con una afluencia a reventar, nos tocó sentarnos de espaldas al grupo en una mesa de estilo media luna, lo que nos hacía estar y no estar con todo el grupo; sin embargo, como todos los planes de Dios fue una velada excelente. Ya que le permitió a este Veneco por primera vez en su vida estar entre cachacos.
Como es sabido por ustedes nací en la ciudad de Caracas lo cual me hace ser hijo de la pequeña Venecia y a su vez para gran parte de Latinoamérica soy un Veneco ( término peyorativo para referirse a los Venezolanos) y era el único Veneco en esa mesa, ya que el resto eran todos cachacos.
Cachaco es un término con varias connotaciones en el país de Colombia, para unos describe a personas con clase, con distinción y buenos modales, para otros es un vocablo que indica a todos los que tengan su origen en la ciudad de Bogotá la capital colombiana y sus zonas aledañas, también en algunas zonas de Colombia es referencia poco agraciada para referirse a alguien. Hago estas breves etimologías de los vocablos para quienes me leen y no están familiarizados con esta parte del mundo y sus costumbres.
Pues yo realmente disfruté muchísimo esos momentos, gracias a la familia Urbina por compartir su mesa y gracias a Ana Lucía y su mamá por empujarme a compartir ese momento; esto lo expreso ya que entre la distancia y la pérdida del GPS con el hambre que a veces te ciega y piensas que comer en lo primero que se te cruza por el camino a buena opción, de haberlo hecho me habría perdido de un calor de familia hermoso y valioso como experiencia de vida.
Sin duda que me regaló Dios el conocer la parte más bonita de los cachacos, ese sabor a hermosas costumbres, ese calor de familia que te hace sentir como que los conoces de toda una vida y a la vez los estás descubriendo como quien encuentra una caja de un tesoro escondido , que te llena de sorpresas y de sus riquezas, que en este caso fueron todas riquezas espirituales. Escuchar sus historias de familia, ver tan bonitos valores al momento de estar en la mesa, fue un compartir extraordinario y que siempre llevaré en mi corazón. Sin temor puedo asegurar que ese calor de hogar y de amistad sincera estos cachacos lo llevan a todas partes que nos hace sentir en familia y seguramente esa sensación de bienestar y por qué no llamarlo por su nombre: momentos de felicidad y alegría familiar es lo que Ana Lucía llamó: Extraño Atlanta, pues yo también Anita.
Así que una vez más los invito a dejarse sorprender por la vida, a entregar todo al creador y dejarle actuar en nosotros sin miedo que sus planes siempre serán mejores que los nuestros.
Para cerrar les dejo el mensaje que envié a las dos familias el día lunes después de regresar al pueblito de Miami:
“Ya se que les he felicitado a todos por el grupo de los asistentes del evento de Atlanta, pero quiero agradecerles personalmente desde el corazón, el que me permitieran compartir la mesa con ustedes el pasado sábado.
Realmente me hicieron sentir en calor de familia y es para mi muy valiosa esta experiencia. En un mundo actual donde la calidad humana, la honestidad, la falta de empatía y muchos otros valores morales parecen estar de vacaciones; en ustedes están muy presentas muchos de los tesoros bonitos que tiene la esencia del ser humano. En ustedes hay calor humano, hay sabor de buena familia que bonito, algo poco común en esta sociedad actual muy carente espiritualidad.
Gracias familia Urbina por abrir sus corazones a este servidor y compartir conmigo tiempo de vida que es lo más valioso que tenemos. Gracias Cindy e Isa por convencerme y arrastrarme a la cena, gracias a Dios por sorprender a este Veneco con la hermosa experiencia de cenar por 1ra vez entre cachacos. Un fuerte abrazo e infinitas bendiciones”
Gracias a todos por tomarse el tiempo de llegar hasta aquí, fuerte abrazo.
Opsensei
10/28/23