Mostrando entradas con la etiqueta Indira Paez. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Indira Paez. Mostrar todas las entradas

11 de junio de 2016

Diplomas o reconocimientos huérfanos

En esta resplandeciente mañana del día de hoy 10 de Junio del 2016, compartiendo una de esas conversaciones sabrosas con la inigualable escritora Indira Paez y como se caracteriza el intercambiar ideas con alguien tan brillante como ella, queda uno impregnado de su espiritualidad y nutrido de una genialidad tan pura; mi mente quedo con muchas inquietudes al vuelo y esta es una de ellas: 

Diplomas o reconocimientos huérfanos.

Está terminando oficialmente el año escolar de nuestros pequeños maestros en todas sus etapas de escolaridad y veo con asombro la cantidad de niños que han recibido sus diferentes diplomas o certificados reconociéndoles su desempeño durante el año escolar y que estos muchachos no puedan compartir esos momentos tan memorables para ellos con sus padres por responsabilidades labores o por falta de obtener un permiso de sus patronos, desdice mucho de nuestra sociedad y aunque muchos no caemos en cuenta, esta ausencia de intercambio emocional nuevamente golpea a nuestro núcleo principal que es la familia.

Hace un tiempo aprendí una frase que para mí en la lengua de Shakespeare es una de las mejores formas que uso, para que mis alumnos comprendan con facilidad el significado de la palabra Familia, definición sencilla y muy bonita que compartiré con ustedes en este momento.

Family = Father & Mother I Love you 

Familia = Padre y Madre yo te amo 

Quizás para muchos parezca ridícula o absurda, sin embargo, para mí es muy certera y con mucha profundidad. 

No me gustaría que me estigmaticen de anarquista, conspirador o rebelde, sin embargo creo firmemente que la desintegración que hemos permitido de la familia en los últimos 50 o 60 años en pro de igualdades de género o  por mantener un  nivel de vida socialmente estable, ha venido en detrimento de nuestra función real de padres y le ha restado el valor en esas etapas de la vida, tan importantes como son las primeras dos décadas en la crianza de nuestros hijos.

Somos una generación de padres que respetaban a sus ancestros y que valorábamos orgullosamente nuestras herencias e historias familiares; pareciera ser que tristemente ahora le tememos a nuestros niños, sumado a la gran cantidad de los valores invertidos en esta sociedad anti familia que se ha venido gestando muy suavemente y que fortalecen cada día, hemos sido manipulados o muchas veces maniatados por leyes o recomendaciones médico científicas, donde debemos temerles muchas veces a sus reacciones para no crearles traumas o dejar los principios morales de un lado, para no ser nosotros victimas de leyes complacientes, que nos quitan toda autoridad sobre la educación de nuestros hijos y nos guían hacia el errado concepto que solo por respirar nuestros niños o jóvenes tienen derecho a todo, teniendo ellos la opción social de pasar sobre nuestros valores o costumbres, prácticas ancestrales que solo nos hicieron una generación luchadora y con valores.

Tanta complacencia o el apoyo al desparpajo moral que vivimos , da la sensación que fuera un macabro plan orquestado por intereses ocultos, que procuran desmantelar nuestra estructura principal que es la familia y que nos han llevado a la mayoría de la población a la rueda del hámster en función de unas metas como grupo familiar, que solo  están basadas en el dinero o en la supuesta riqueza material, de la cual simplemente disfruta aproximadamente el 4% de toda la población mundial; siendo este un patrón de vida, que día a día nos  separa de nuestros hijos, muchas veces dejando en manos de terceros, a merced de los medios de comunicación, de 
Internet o de las redes sociales un tiempo precioso de vida que ni nuestros hijos o nosotros podremos recuperar. 

Exclamamos con fervor que sucedan milagros o que se cumplan nuestros deseos de un mundo mejor y no hacemos prácticamente nada por despertar nuestras conciencias en obtener para todos un crecimiento espiritual que nos llevará a nuestra realización como seres humanos.

Somos una sociedad indolente al dolor ajeno, nos escudamos en necesidades materiales para tener jornadas múltiples de trabajo con la finalidad de cubrir gastos que en gran parte no son necesarios y mientras tanto nuestros niños van creciendo vacíos de calidad de amor, ausentes de vivencias familiares que siempre serán  las mejores herramientas de referencia para ellos en momentos de tribulación o soledad.

Así como nos organizamos por cualquier causa que nos parece justa, que esperamos para despertar y salvar a nuestros pequeños de nuestra propia apatía familiar y no olvidemos que maltratar al niño es dañar al hombre.

Todos somos responsables de todos, ya que todos somos uno.
Fuerte abrazo 
Opsensei