El texto que compartiré hoy con ustedes es otro regalo de mucho valor espiritual y de conocimiento en este camino maravilloso que es el budo.
La entrevista que disfrutarán a continuación fue realizada en la ciudad de Madrid, por mi amiga y compañera de estudios la gran Elba Martínez Vargas, al Maestro Yasunari Ishimi 10mo Dan en karate.
Mi pana Elba, es parte de esos años tan estupendos como lo es la época de la secundaria, donde la amistad y las alegrías hacían el quehacer diario de nuestras vidas, donde las aventuras, las ocurrencias y las genialidades llenan nuestro archivos de recuerdos que nos acompañan por el resto de la vida.
A continuación les dejo la entrevista:
Entrevista a Yasunari Ishimi
máxima figura del kárate Shito-Ryu en España
El kárate es armonía entre dos universos
Por: Elba Martínez Vargas
La puerta de entrada al gimnasio Ishimi de Madrid (Alonso Cano 66) es de madera y corredera, al mejor estilo japonés. Espero a un hombre de 73 años y aparece primero su mujer, una española dinámica, resuelta, espontánea -a todas luces timonel de ese barco- que me anuncia que el Sensei está por llegar, como en efecto hace pocos minutos después. Es un hombre inmenso, que colma todo el espacio y que no debe medir más de 168 centímetros; de hablar bajo y pausado. Es un hombre joven (si no conoces su edad, puedes pensar que tiene 55 años y el pelo cano); su cutis es terso, sin arrugas; los músculos de los brazos están fuertes y tonificados. Es un hombre feliz. La mirada es serena y despreocupada y la sonrisa franca y sin estridencias. Es un hombre moderno, viste impecablemente, de manera desenfadada y a la moda. Es un maestro. Su energía es cercana y su actitud respetuosa. Cuando entra, ese gimnasio que, salvo la puerta, no se diferencia demasiado del resto de los gimnasios de Madrid, adquiere una majestad sorprendente y se convierte en un templo. Yasunari Ishimi (Hyogo, Osaka, Japón 30-10-1943) es un ser evolucionado, un espíritu antiguo que camina entre nosotros. La primera impresión que puede tenerse de él es que es una dualidad deliciosa, una de las más bonitas contradicciones con la que puedes toparte.
Ishimi Sensei es la máxima figura del kárate Shito-Ryu en España, a donde llegó en 1967 por seis meses, a hacer un curso de verano y donde decidió quedarse. Más que su conocimiento técnico acerca del kárate, que es incalculable -es décimo Dan por la Federación Española de kárate y por la Federación Mundial de Kárate (WKF, por sus siglas en inglés), posee una sabiduría de lo intangible que es capaz de transmitir en forma de energía en una conversación.
Su despacho es mínimo. Las mesas llenas de papeles; las paredes cubiertas de reconocimientos. Huele a trabajo y a paz. Me invita a sentarme y, sin apenas preámbulo, comienza a contar:
Nací en 1943 en Japón, en plena Segunda Guerra Mundial. Al finalizar la Guerra, yo tendría 6 o 7 años y en Japón no había nada. Sobre todo en Okinawa que, como había sido campo de batalla entre americanos y japoneses, estaba destrozada; mucho más que el resto de las ciudades de Japón. La gente de Okinawa emigraba a Osaka, de donde soy, y desde pequeñitos los okinawenses entrenaban una cosa que me gustaba ver. Era kárate. Yo de pequeño, sin saber nada, de 10 años más o menos, jugaba con ellos en el colegio y a los 13 años o por ahí, empecé a entrenar kárate más en serio. Todavía no sabía exactamente qué era kárate.
Un amigo de mi hermano mayor hacía kárate, mi hermano hacía artes marciales y mi padre hacía kendo, que es el arte de la esgrima con el sable de bambú. Sin darme cuenta, entré en el mundo de las artes marciales. Excepto béisbol, en Japón no había más nada para distraerse en aquel tiempo. (Nota: La Liga Japonesa de Béisbol se creó en 1936).
Durante 4 o 5 años, hasta que tuve 18 años, cada mañana entrenaba kendo con mi padre, que era un gran maestro de esta disciplina. Con mi hermano entrenaba judo y luego kárate con mis amigos. Cuando entré a la universidad, a los 18 años, ya sabía claramente kárate, kendo y judo.
¿Cómo se decide por el kárate?
Yo ya había estado en campeonatos y entré a la universidad siendo competidor no novato, es decir, sabía. Luego en el segundo año ya fui capitán de equipo. Yo hacía kárate, pero estudiaba porque quería ser profesor de historia y empecé a estudiar idiomas (español e inglés). Me gustaba la historia de Europa, Mesopotamia, los romanos, los griegos. También historia de Egipto. Todo eso me interesaba.
¿Cuándo decide venir a Europa? ¿Por qué España?
En el kárate de la Universidad tenía un amigo francés que me invitó a una competición en su país. Así que me fui a Francia primero. En aquellos tiempos, por el transiberiano tardabas una semana en llegar a Europa. ¡Una semana en tren! Primero me fui en barco hasta Siberia y atravesé todos los países comunistas hasta llegar a Viena. De allí fui a París y de París a Nantes, que es Bretaña. Allí me quedé dos semanas en la casa de mi amigo francés. Pensé que era una buena idea estar seis meses en España y seis meses en Italia y luego volver a Japón. Yo estaba allí entrenando kárate con los franceses, que me dijeron ¡cómo vas a ir a España!¡Cuando pases los Pirineos vas a estar en África! Y dije ¡Si! que interesante, voy a ir a España. Nunca pensé quedarme en España ni mucho menos. Vine a Madrid y era marzo, por ahí. Me apunté en el curso de primavera en filosofía y letras y cerca de la residencia de estudiantes había un gimnasio. Quería entrenar un poco y fui a hablar con el dueño, que era profesor de judo. Le dije que era estudiante y que no tenía dinero y le pregunté que si cuando no hubiera nadie podía utilizar un poco las instalaciones para entrenar. Me dijo que si le enseñaba kárate, podía utilizar el gimnasio.
Empecé con él a entrenar kárate y venían algunos alumnos de judo también, y al final, en vez de clases de judo, eran clases de kárate.
Existen varias modalidades de kárate, ¿cuál practica usted?
Yo hago Shitoryu, que es una modalidad del kárate tradicional japonés. Pero hay cuatro grandes escuelas de kárate: Shitoryu, Shotokan, Goju-Ryu, Wado-Ryu. La principal diferencia es que tienen un fundador diferente. No todos estos estilos tienen origen en Okinawa, que es la principal fuente de kárate. Goju-Ryu, Shitoryu y Shotokan son de la isla de Okinawa, y luego se expandieron por todo Japón. Pero el fundador de Wado-Ryu era de Tokio, profesor de Ju-jitsu, que aprendió kárate en su ciudad.
Shotokan se desarrolla principalmente alrededor de Tokio. Shitoryu alrededor de Osaka. El Shotokan es el kárate moderno que se ha desarrollado en Tokio y Shitoryu y Goju-Ryu vienen de Okinawa y mantienen su esencia antigua.
También está el kárate deportivo, que en 2020 se incorpora como una disciplina a las olimpiadas, y en este tipo de kárate no hay modalidades.
En las disciplinas de kárate tradicional las diferencias vienen dadas por algunos movimientos de kata, puesto que el concepto de sus fundadores es un poco diferente, pero básicamente es igual: ataque, defensa...
También hay otra disciplina, que es el Shotokai, que es más antiguo que el Shotokan. El maestro Funakoshi fundó el Shotokai y su hijo lo desarrolló hasta crear el Shotokan, que hoy en día es una disciplina más difundida que el Shotokai, pero el origen es el Shotokai, que es más tradicional, más antiguo.
¿Cuál es la diferencia entre el kárate y el resto de las artes marciales?
El kárate tiene una gran dimensión espiritual que lo define. Todas las artes marciales, excepto el kárate, han nacido en el campo de batalla, con el objetivo de matar o defender. El kárate, sin embargo, tiene su origen en el templo.
Los monjes Bonzo del Templo de Shaolin se fijaban en los animales y en la naturaleza. Identificaban cuáles movimientos podían ser más beneficiosos para la salud y cuáles para la defensa personal. Así, el kárate tiene esas dos dimensiones: la salud y la defensa personal.
Ha tomado elementos del taichi y del chikung, del kendo o del kung Fu, y todo ese desarrollo fue a Okinawa y dio origen al kárate, que toma su carácter espiritual de la religión budista. El origen del kárate lo encontramos en los monjes bonzo. Okinawa fue conquistada por los japoneses y trajeron consigo el espíritu del samurai y los principios sintoistas. Se enriquece con elementos que vienen del kendo, que eran los combates a vida o muerte con el sable.
¿Qué es el kárate tradicional japonés?
El kárate tradicional es una pasión. Para entenderlo necesitas inteligencia. Aunque esté físicamente muy bien, una persona que no utiliza la cabeza no llega muy lejos en el kárate. He visto campeones del mundo que dejan el kárate y después se vuelven gordos y sedentarios. Esos no entendieron. Pero hay personas que no alcanzan un nombre en el kárate pero les gusta y siguen entrenando toda la vida. Normalmente han entendido. Aquí viene un chico de 83 años a hacer kárate.
Yo no puedo parar de entrenar kárate. Mis dos maestros vivieron más de 80 años y ambos entrenaron hasta un mes antes de morir.
¿Cuál es la filosofía del kárate tradicional japonés?
La filosofía de las artes marciales es muy profunda, sobretodo la filosofía del kárate. Son dos universos que se encuentran en vibraciones, ondas del universo que se armonizan con el cuerpo. Eso es muy profundo. ¿Bonzo qué hacía? Pensaba en una energía que mueve el cuerpo, como una rueda, que se armoniza con otra rueda más grande que es el universo. Dos ruedas que se mueven en el mismo sentido: el cuerpo y la mente, dos cosas juntas. Llegar hasta allí requiere de un trabajo arduo, se tarda mucho en alcanzar esa armonía. Yo tengo 73 años y creo que dar patadas es importante, pero es mucho más importante mi espiritualidad. Lo que es mucho más importante es entender la universalidad. Que tenemos un pequeño universo, que es nuestro cuerpo y está el Gran Universo. Esos dos Universos en algunos momentos se conectan y esa es la grandeza. Se llega a entender la corriente del universo, Sus ondas y su energía. Entonces tenemos mucha más salud, somos mucho más felices, tenemos más armonía con la naturaleza.
¿Cuál es la diferencia entre el kárate tradicional y el kárate deportivo?
El kárate tradicional tiene un componente de salud y espiritualidad determinante, mientras que el kárate deportivo es eso, un deporte, una cosa física que requiere esfuerzo, pero que no va más allá. Así que es otra cosa. El kárate deportivo es una práctica para chicos jóvenes a los que les gusta demostrar su energía interna, sus pasiones. Pero las artes marciales son otra cosa. Las personas apostaban su vida en el campo de batalla, vivían con la muerte muy cerca y debían vencer el miedo a la muerte. Poco a poco los Samuráis en aquel tiempo vencieron el miedo y comprendieron que tanto la vida como la muerte son fenómenos naturales. En algún momento tenemos que morir. Entender eso, vencer el miedo, hace que la mente esté siempre tranquila. Nuestro cuerpo es parte del universo y un día está y otro día desaparece.
¿El kárate tiene buena acogida en España?
España es un país en el que encuentras todas las modalidades del kárate. El kárate español está entre los tres o cuatro mejores del mundo. Japón, Francia, España, Países Árabes, Turquía y Egipto son los países que están a la cabeza del ranking mundial. Deportivamente hablando, España es un buen competidor.
¿Puede llegar a convertirse en un deporte masivo?
No creo que el kárate llegue a ser un deporte masivo. No se desarrolla como el fútbol, por ejemplo, porque no da dinero. No tiene una parte comercial. Si haces kárate de manera profesional, tienes que buscarte la vida.
Aquí vienen antiguos campeones del equipo nacional de kárate. Son profesores de esta escuela porque tienen que buscarse la vida. Porque el kárate no da dinero. Esos campeones siguen entrenando, dando clases y son profesionales que vienen aquí a entrenar. Les gusta más el kárate tradicional que el kárate deportivo. No sabemos si cuando se incorpore como disciplina olímpica el kárate va a experimentar un fuerte desarrollo o no. Según mi experiencia los deportistas hacen cinco años y no más de kárate deportivo. La gente deja el kárate deportivo y continua con el kárate tradicional. A la mayoría de mis alumnos el kárate tradicional les gusta más que el kárate deportivo. Practican kárate deportivo un tiempo y luego buscan el kárate tradicional. La práctica del kárate tradicional es sin límite de edad. El kárate deportivo se practica hasta los 28 o 30 años, no más.
El kárate no será nunca como el fútbol, que mueve mucho dinero. Es imposible que a un campeonato de kárate acuda tanta gente como la que llena un estadio de fútbol. Es imposible. El kárate atrae a algunas personas pero hay que estar preparados para entender las artes marciales. Y eso no se aprende. El gusto y la comprensión de las artes marciales se llevan en el carácter, en la inteligencia y en muchas otras cosas. Hay que entenderlas. No es tan fácil como comprender un gol.
Lo interesante del kárate es que si no hay inteligencia no puedes entenderlo más allá de las patadas.
¿Qué es lo más interesante del kárate? ¿Qué es el kárate para usted?
El kárate es un complemento de mi vida. Yo cada día encuentro en el kárate una cosa buena y nueva, para mi salud, para mi felicidad, para la armonía con otras personas. Cuando no entendía, iba contracorriente y no estaba contento ni feliz. Ahora siempre veo las vibraciones del universo y todo va bien.
Yo hago Chikung por la mañana, aparte de kárate. Para abrir mis energías, a ver si puedo abrir los puntos vitales y dejar pasar energía externa...
Yo no puedo sentir las energías de otras personas, pero si puedo verme a mí mismo.
Junio 2016
Personalmente he tenido el privilegio de compartir el tatami con el Maestro Ishimi y agradezco muchísimo a nuestro creador por haberme permitido estar en contacto con un Maestro de tanta sabiduría.
Gracias Elba por este regalo, que llenara el alma de todos los lectores y será un punto de referencia para todos los inmersos en el mundo de las artes marciales y espiritualidad.
Opsensei
Junio 25 2017