22 de enero de 2015

La abundancia ...

Situación o estado  tan buscado por millones, trabajado a diario por cientos de miles como meta de vida y alcanzado solo por los que deciden, en algún momento de su existir, conectarse con la verdadera esencia del ser que es nuestro creador.

Por desconocimiento, manipulación o por falta de cuestionamiento entre otras cosas, hemos confundido el sentido real de la abundancia.

Muchos la relacionan exclusivamente con la prosperidad económica, aunque les cueste la salud o la vida; otros con la sensación de poder o el admirar las riquezas materiales del prójimo.

 Personalmente considero la abundancia como un estado emocional de goce, donde somos capaces de sentir a plenitud, algún tipo de realización espiritual que estará siempre con nosotros y que en cada momento que deseemos, con un solo abrir y cerrar de ojos, podemos transportarnos a ese momento tan rico que lleno nuestra vida y se hace parte del tesoro espiritual que de la mano de Dios puede ser eterno.

Cuantos casos no conocemos de familias o personas que quizás no tengan el tiempo promedio de vida, para gastar todo los bienes materiales que tienen e internamente existen con una infelicidad, frustraciones o tristeza que les anula como seres humanos y transitan su vida de una forma absurda o carecen del disfrute de cada día.

 Vemos a diario personas que gozan de una holgada posición económica que muchos quisiéramos tener y ellos desearían el abrazo sentido o la amistad verdadera de los que comemos del mismo pan con sonrisas y amor real en la mas simple y sencilla humildad.

Considero que cuándo el padre celestial otorga a un ser humano, una cantidad suficiente de riquezas materiales en esta vida, no es mas que para probar su caridad humana y su misericordia con el prójimo. Lamentablemente la mayoría de ellos que hoy en día son casi el 2% de la población mundial, solo buscan hacer crecer sus fortunas, así duerman cada día en mansiones, castillos o palacios abundantes de soledad, remordimiento y ausencia de paz espiritual. 

Opsensei
Doral, FL 

1 de enero de 2015

Llego el 2015


Llego el 2015

Tan esperado por muchos y cargado de metas, llega este nuevo ciclo para una humanidad llena de anhelos, ilusiones e incertidumbres políticas, sociales y económicas.

Así como aterriza este año 2015, nos deja un 2014 lleno de aprendizajes e historia. Cada vez que cumplimos un ciclo del calendario gregoriano, esperamos que el que llega sea mejor que el que se va y realmente toda esa prosperidad que soñamos esta dentro de nosotros e igualmente los desaciertos o aprendizajes que llegamos vivir.

No es el año, quien determinará nuestros logros o nuestras penas, son nuestras acciones, pensamientos o palabras que en conjunto con nuestra alma serán los únicos responsables de cada evento en esta vida.

Por ejemplo: si estas en contra de alguna manifestación humana que este marcada por la violencia, eres tu el indicado en retirar de ti o mantenerte alejado de cualquier manifestación que apoye la violencia.

Actúa desde este mismo instante en forma razonada, contra todo aquello que consideras injusto de la vida y veras grandes cambios, no sigamos esperando que otros actúen o que se encarguen de dirigir nuestras vidas a su conveniencia.

Despierta tu conciencia y abre tu corazón a Dios, el momento es ahora. No esperes que la llegada del 2016 sea el tiempo, para volver a fijar metas personales, sociales, de país o de cualquier índole que no te sea agradable en la cotidianidad de tu vida.

Es un buen tiempo también, para cuestionar todos esos modelos o estereotipos que la sociedad impone como correctos, si tu sientes que no se conectan con tu esencia o valores morales.

Que el 2015 sea excelente para todos, que sea un año donde el protagonista de la historia seas tu en armonía con el prójimo, como lo planeo el creador, en función de un mejor mundo para los que lo habitamos hoy en día y sobre todo, para las generaciones que vienen detrás de cada uno de nosotros o es que acaso solo somos algunos pocos los que deseamos un mundo más humano para nuestros hijos o nietos.