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23 de enero de 2013

Les Miserables y otra más.

Fue en 1862, cuando la historia registra el primer lanzamiento de esta magistral novela Los Miserables, del escritor francés Victor Hugo, me da la sensación que fue escrita en este momento de tanta tribulación e incertidumbre en el planeta o sin temor a equivocarme con vigencia permanente en la humanidad, mientras no existan cambios reales y acercamiento sincero a Dios desde nuestro corazón.

Una obra que refleja de una manera real, algunos componentes de las miserias humanas que no hemos podido modificar en todos estos años de historia, podemos apreciar la pobreza en gran cantidad de la población o dicho de una manera políticamente correcta: La mala distribución de las riquezas, personalmente creo que cuando Dios les bendice con inmensas fortunas es para que generen bienestar amplio a los seres que los rodean y en muchísimas casos son ínfimos los que piensan en el crear un modelo económico que les permita vivir a plenitud y a su vez creando estabilidad y prosperidad a quienes mantienen de pie sus pequeños imperios.

El darle poder al hombre es un reto que demostrara su verdadero corazón y podemos apreciar también como el poder ciega en la novela y la soberbia lleva a querer aniquilar al prójimo solo con el fin de no sentirse desplazado en algún momento mientras el poder esta en sus manos y prefieren hasta de una forma extrema perder la vida antes que dejar el poder en manos de otros o de Dios que es el verdadero poder; simplemente analiza un poco o recuerda cuando llegas a un trabajo nuevo y quieres aprender o planteas ideas que no concuerdan con los que tienen la gerencia en sus manos y enseguida te relegan por el temor de sentirse desplazados.

El amor y el perdón, van de la mano en la novela como en la vida diaria, sólo con el perdón lograremos alcanzar plenitud de existir cada vez que haga falta y debemos comenzar con ese perdón interno que a veces es tan difícil y a su vez perdonar por amor a Dios a nuestro prójimo, recordemos que Dios es amor y esta en cada no de nosotros, el esta vivo en nuestro corazón y somos nosotros los que debemos dejarlo fluir y darle las riendas de nuestra vida, por el amor de Dios somos concebidos en un acto de amor y entrega, a su vez al final del camino volveremos a el y nos recibirá en su infinito amor, entonces para que vivir en mezquindad o miseria humana si somos eternos en el amor de Dios.

En relación a la frase otra más del título, les invito a disfrutar de un tango muy querido del gran Enrique Santos Discepolo que título Cambalache, en cualquiera de sus versiones, personalmente me gusta mucho una de Joan Manuel Serrat, este tango como casi todos ,es tan real como cada uno de ustedes que me leen y es tan vigente como Les Miserables.

Un fuerte abrazó y abran su corazón a Dios que a su vez es abrirlo al prójimo.