Cuando la vida nos da ese último paseo en forma física y automáticamente nos convertimos en excelentes personas, la sociedad tiene la costumbre de llenarnos con rosas de mil colores y opiniones o comentarios que antes casi nunca logramos escuchar acerca de nosotros, cuál será el motivo que al fallecer nos convertimos en la famosa frase: Tan bueno o tan buena que era y a su vez salen a relucir todas las maravillosas cualidades que teníamos y que tal vez ni nosotros mismos sabíamos que contábamos con esas bondades, pero que nuestros familiares o amigos si sabían o reconocían y nunca no los dijeron, será que es socialmente más fácil que nos envíen las rosas a nuestra última morada y expresen palabras agradables de quien ya no está físicamente.
Despertemos y tomemos la determinación de expresar a todo pulmón las emociones o sentimientos de amor y afecto que tengamos por cada uno de nuestros familiares o amigos sin medir y a plenitud.
Hazle saber ahora y en todo momento de existencia lo importante que son para ti y entreguemos con palabras o acciones todas las rosas del adiós que juntos vamos a disfrutar, ya que al compartirlas en vida siempre en nuestro espíritu van a estar, no dejemos ninguna flor que alimenta el alma de quien la da o la recibe sin cultivar y entregar.