Creo que he llegado al punto de quiebra del saco de culpas de la vida.
Tal vez a muchos de ustedes, como a mi me ha sucedido personalmente, hemos sido juzgados severamente por familiares, parejas, conocidos, amigos o compañeros de trabajo acerca de un evento en particular; del cual no teníamos conocimiento o responsabilidad alguna del mismo y simplemente somos inmiscuidos en el hecho por juicios a priori o por salvar el pellejo de algunos de ellos en situaciones que comprometen su integridad
Situación que a los afectados nos llena de frustración, dolor y desconcierto muchas veces; más sin embargo, es un aprendizaje de esos que nos marca para siempre y nos ayuda a crecer dentro de las mezquindades humanas, para seguir adelante en este camino de vida que, hasta algunas veces, nos convierte diariamente en psicólogos empíricos y nos debe hacer reflexionar acerca de cada palabra emitida, cada pensamiento o cada acción, para evitar ser nosotros actores en tiempo real de las mezquindades.
Cual será el motivo por el cual nos juzguen con tal severidad o son ellos los enviados para enseñarnos a crecer en situaciones de dolor o sufrimiento y en el fondo son una bendición. Muchas veces pienso que, a nivel profesional, actúan así entre otras causas por temor a ser desplazados, por apego al poder o por no tener la humildad de reconocer que alguien puede estar siendo más efectivo en su área de trabajo.
Les invito a no juzgar, a no ser ustedes quiénes con sus acciones o palabras cierren caminos, bloqueen emociones, sentimientos o ilusiones que a la larga o a la cortan brillarán con luz propia, no olvidemos que si es la voluntad del creador que suceda un hecho, no hay fuerza humana que lo impida, todos tenemos una misión conjunta que es amar al prójimo y al desear ser juez perdemos a veces la perspectiva o la objetividad de la situación.
Así que considero que el punto de quiebra de aceptar culpas ajenas o vivir con sentimientos que no dan felicidad sin ser responsables de ellos, es decisión de cada uno, para seguir adelante en este camino hacia la plenitud, dejando las cargas que no son buenas para el resto de este viaje.
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