Cada día me es más complejo comprender a la humanidad, me topo a diario con varias situaciones que me hacen sentir un extraterrestre como me dice más de uno por ahí y hasta cierto punto, muchas veces siento que no pertenezco a esta sociedad en la que vivo. Como una vez alguien me dijo: Sensei usted es un romántico perdido en el siglo veinte y por lo visto en el veintiuno también.
Cuando escribo que no pertenezco a esta sociedad, no es por complejo de superioridad, arrogancia o por discriminar; es todo lo contrario, siento que no pertenezco ya que vivo en humildad, sirviendo a todos sin interés, haciendo favores sin límite y no es por ser santo, es simplemente que me siento bien siendo útil a todo el que requiere mi ayuda de corazón, sin esperar nada a cambio.
Pero creo que la humanidad no está lista para personas que actuamos desde el amor incondicional y terminamos nosotros siendo los extraterrestres del cuento. Cuando las personas llegan a mi, por recomendación o iniciativa propia a solicitar mi ayuda en algún conflicto, solo brindo mi opinión de corazón, tratando de sanar su parte afectada con mis sencillas palabras y procurando que aprecien la parte positiva del aprendizaje que atraviesan, que aprendan a dejar de enjuiciar a la contraparte, ya que todos cometemos errores o arrastramos cargas emocionales del pasado, inclusive de terceros por referencias o conexión familiar que torpemente aplicamos a nuestra vida y perdemos la percepción que cada vida es única, incluyendo la nuestra; es decir que lo vivido por tus padres, hermanos o amigos no muchas veces aplica a nuestro caso o que nuestras experiencias anteriores no precisamente tienen que influir negativamente en una situación actual y de ser así fuimos nosotros quienes dimos entrada nuevamente a un aprendizaje que inconscientemente decidimos repetir.
Después de cada aprendizaje debemos analizar la lección que nos da la vida y tomar lo positivo para seguir adelante, es muy común al vernos nuevamente en una situación que nos exige emocionalmente, culpar a terceros de nuestros errores o de lo que suponemos que es el origen de nuestro problema, sin tomarnos el tiempo de pensar en que fallas hemos venido arrastrando que nos llevan a una situación donde muchas veces juzgamos o expresamos pensamientos de los cuales en un futuro nos tendremos que arrepentir de lo hecho y muchas veces no podremos reparar, por lo cual cargaremos con ello por el resto de la vida y a su vez nos reduce nuestro balance emocional que debemos tener para cada día del resto de nuestra vida.
Así que les invito a establecer sus relaciones con todo lo que les rodea desde el amor incondicional y estar consciente de todas nuestras acciones, palabras o pensamientos; así como establecer su existir desde la mayor armonía posible con todo el universo. No podemos pretender por ejemplo: que si nosotros establecemos una relación con alguien estando conscientes que vamos con un interés oculto, con alguna carga emocional del pasado o quizás con los destructores sentimientos de venganza, inseguridad, prejuicios u otra forma ausente de amor por el prójimo en nuestro pensamiento, tengamos un buen resultado durante el camino. Los ejemplos anteriores los podemos observar a diario sin ir muy lejos en la política, los negocios o en las relaciones interpersonales.