Han transcurrido muchas horas desde aquella madrugada del 24 de Enero de 1994 hasta la fecha en que escribo estas líneas, cuando a eso de las 2:20 am me dijo una enfermera: tome cárguelo y vea el reloj para verificar que la hora del nacimiento fue a las 2:11 am como le dijo usted al doctor. Entonces desde ese momento Dios me regalo el privilegio de ser la primera persona que lo tuvo en brazos en este plano terrenal, sin embargo reconozco que somos muchos los que no comprendemos en ese momento lo maravilloso, lo sublime e inefable que es el nacer y por que no llamarlo como se merece: El milagro del nacimiento.
Todo fue tan rápido, cortar el cordón, limpiarlo y entregármelo en mis manos antes que a su mamá y no pasaron muchos minutos cuando la misma enfermera que me lo entregó me pregunto:
Que sientes y yo le respondí con toda sinceridad: Nada, entonces sonrió y dijo: como casi todos los hombres no saben que decir, pero espere que le diga papá y ya verá lo que se siente.
Así comenzó nuestra historia juntos, es una bitácora que se escribe página por página cada día entre Héctor Manuel y yo. Nuestra historia llena de amor, lealtad, entrega, aprendizajes, lágrimas, angustias, alegrías, orgullo y tantas cosas que son la vida misma, una de las razones mas valiosas del existir es sin duda alguna el ser padre. Un compromiso que tomamos sin conocer el oficio y sin educación al respecto, pero ahí nos lanzamos juntos tomados de la mano en esta aventura por el resto de la vida.
Desde niño Hector siempre me tomaba de la mano en cualquier lugar, incluso desde el asiento de atrás del carro la mayor parte del tiempo íbamos tomados de la mano izquierda y conducía yo con la derecha. Hoy en día casi siempre conduce el y de copiloto e igualmente vamos tomados de las manos.
Que te puedo decir de mi chiquitico, hoy en día es un hombre de 30 años con un corazón inmenso, con un razonar que sorprende y a su vez con una sabiduría ancestral que cuando yo flaqueo ahí está para dictarme cátedra de ecuanimidad, seguridad, amor incondicional y ternura.
Un pequeñín con una estatura qué pasa de los 6 pies de alto, con una agilidad felina y un aplomo que sorprende; con una ternura de seda y a la vez fuerte como un roble cuando la situación lo amerita, con una libertad sabrosa y querendona de darme un abrazo o un beso a cada instante donde sea sin temor a ser juzgado por compartir el amor de familia con el que alimentamos juntos esta historia desde que unimos nuestras vidas como padre e hijo y no puedo dejar pasar una frase que repite con frecuencia y llena mi alma de alegría de vida y amor: Pop I love you.
Hector San aunque no lo parezca, encierra en si tanta ternura, tanta madurez, tanta inspiración e ilusiones con tanto amor que me hizo adicto a sus abrazos, a sus conversas y a sus ratos donde deja florecer ese don de sabiduría que merece ser escuchado.
Aunque es cariñoso como un oso, no es un hombre de medias tintas y es una katana impecable con sus palabras o acciones cuando más las necesito e igualmente me hace razonar como un maestro a un alumno mostrando la sabiduría que esconde en esa alma ancestral y me demuestra o me brinda su guía bastante bien en las variables de la vida. También es el que muchas veces me suelta la rienda y me dice: Dale Papi la vida es una sola y si mañana no estamos lo viviste de eso se trata también este viaje, date el gusto te lo mereces, bastante que has luchado por nosotros y has servido ha muchos en tu vida.
Desde temprana edad siempre fue fiel a sus ideas, a sus sentimientos, a sus metas y si alguna circunstancia o persona le hace ajustar el rumbo de sus planes, simplemente sabe como izar o arriar las velas y encontrar el rumbo con el viento a favor. Por eso todo aquel que vaya a su lado en este viaje de vida, siempre llegará a puerto seguro y con buen mar de experiencias.
Se que es mucho lo que le falta por recorrer, pero se que con todo y sus aprendizajes es un hombre integral, un corazón grande que se esconde detrás de esa cara de seriedad y esa sonrisa que enamora. Gracias Hector Manuel por estar en mi vida y haberme escogido como papá.
Cuando escribí Hector Manuel en el párrafo anterior corren lágrimas por mis ojos de emoción, de orgullo y de amor no solo por ti hijo, también por el Tío Hector, quien fuera zurdo así como tú y por quien llevas ese nombre. El tío Héctor quien fue un gran hombre y a quien siempre llevo presente en mis recuerdos y en mi corazón.
Feliz cumpleaños hijo.
Te amo.
PD: I will be proud of you wonderful boy anytime, anywhere.
God bless you forever.
Pembroke Pines
Enero 24 202