26 de junio de 2016

Tú violencia no es natural... Quizás inducida

Nuevamente la opinión pública se sorprende y se fusiona sin distingo de credo, raza o religión  con diferentes manifestaciones de expresión, recriminado acciones contra natura como es el asesinato en masa o el crimen individual. Para mí cualquier suceso donde se pierda una vida que no sea de muerte natural es doloroso, innecesario, absurdo y hasta lo considero como un acto de cobardia por parte del victimario.

Sin embargo no debemos asombrarnos  de situaciones como lo ocurrido en la ciudad de Orlando hace ya unos días, tampoco de las desapariciones en México o del hostigamiento al pueblo de Venezuela, si desde hace ya mucho tiempo, el deseado, soñado o anhelado por todos sentimiento de Amor es cultivado por muy pocos.

Somos una sociedad globalizada que no sabe vivir, principalmente solemos existir con normas establecidas y aceptadas sin cuestionar o pensar; una sociedad donde la violencia en todas sus formas no las disfrazan como algo divertido o de acción.

Violencia no es solo accionar un arma, la violencia puede ser verbal, psicológica o física; debemos analizar cada momento y erradicar toda manifestación violenta de nuestra vida. Por ejemplo nos quieren hacer creer que un control de armas en la población es una medida efectiva contra la violencia, las armas no se disparan solas, es el humano con su ira, ignorancia, falto de valores o respeto quien la acciona; mientras que la verdadera herramienta para hacer de la violencia algo del pasado, que debe ser lección aprendida, para no repetirla más,  es sin titubeos la Educación y el Amor por el projimo, pero estas reales normas de vida, están siendo  cercenadas día tras día en forma sistemática y global.

Desde muy pequeños nos enseñan que la vida es una eterna competencia y que no estar a la altura de los parámetros sociales es un fracasó del existir. No somos una sociedad educada con amor por el prójimo, amor hacia nosotros mismos o por el medio ambiente. El amor es algo que todos vociferan, anhelan, buscan o no cultivan y 
separándonos de nuestra esencia nos han hecho creer que amar solo tiene que ver con intimidad o idolatría a algo o a alguien y no es así.

Las masas están siendo acostumbradas a vivir con la figura del terrorismo, el crimen como forma de vida, el temor a viajar,las historias de los antagonismos religiosos que llevan al extremismo o al exterminio en nombre de un creador que es todo misericordioso como todo padre, a quien en su nombre diferentes religiones han cometido crímenes abominables totalmente ajenos a su mensaje de vida que es el amor en cualquier religión, creencia o espiritualidad y así un sin fin de historias creadas, alimentadas o manipuladas por interés mezquinos y obscuros que no son favorables a la evolución de la humanidad. 

Debemos despertar de este letargo al que nos han guiado terceros en nombre de un liderazgo en pro de los pueblos y evitar el apoyo a toda manifestación de violencia en el mundo, algo que parece utópico, pero no es imposible, ejemplos rápidos que quizás apoyamos sin pensar:
Películas de acción, música con letras hostiles, aceptar la exclamación de maldecir, asistir a conciertos o espectáculos donde el amor no sea parte del mensaje y así un sin número de situaciones o eventos que sean ajenos a nuestro objetivo principal de vida, que es amar y servir al prójimo.

Hemos cedido nuestros derechos naturales de andar libremente por el planeta sin pensarlo o convencidos por unos pocos que se creen dueños de nuestra vida y les hemos dado el poder de controlar o invadir nuestra privacidad, en nombre de un esquema de temor o terror en los que nos tienen sumergidos y así mismo nos han convertido en sus cómplices silenciosos al cederles nuestro  derecho de ir donde la voluntad de Dios nos guíe. Nuevamente les invito a conectarse con la esencia del Dios Padre que llevamos todos dentro, basados en  el amor incondicional por todos y para todos, abramos nuestros corazones a sentir que todos somos uno con Dios, algo que es sin duda es una ley universal inquebrantable, demostrable y palpable hasta para los más incrédulos. 

25 de junio de 2016

Gratificación o condena


Sin duda que no soy el único que ha pasado por esto y lo poco reconfortante es que se aprecia tan marcado en nuestros pequeños, que no augura un futuro ausente de este fenómeno.

Hoy me quiero referir a esa mala adquirida y cultivada conducta humana, donde casi la mayoría de las personas con quienes nos relacionamos, espera de cada uno de nosotros que siempre le gratifiquemos con  nuestras acciones o palabras y que seamos cómplices, súper eficientes, de sus deseos; en el margen de tiempo que ellos han creado en su mente para dicho propósito.

Podemos brindar apoyo y amor incondicional durante días, meses o décadas a un familiar, amigo o conocido y basta que en una simple oportunidad, por diferentes motivos, no podemos cumplir sus ilusiones o intereses y somos juzgados con la mayor dureza posible.

Los pequeños de hoy en día, están creciendo con la idea que tienen derecho a todos sus caprichos y no requieren de mérito, esfuerzo o dedicación para obtener lo que desean. Al verlos jugar o compartir se aprecia una intolerancia a ceder o comprender que cada uno es diferente de pensamiento y tienen derecho a expresarse libremente, sin embargo todos somos iguales en esencia.

Dicha intolerancia infantil o adulta, no es más que una triste conducta aprendida y que se arraiga en cada uno con el paso del tiempo. Es nuestra labor enseñar a tolerar, respetar e inculcar a todos el valor de cada uno y explicar en la medida de lo posible, que el cultivo al ego, el afecto al poder, la intolerancia a ideas o sentimientos diferentes a nuestras creencias que sean en beneficio de todos, no son más que paradigmas adquiridos en función de auto destrucción emocional, infelicidad o insatisfacción continúa durante este viaje que es la vida.

Estamos a tiempo de ayudar a crecer a nuestros pequeños en base a su esencia espiritual y guiarles dentro de su libre albedrío hacia su iluminación y evolución como hijos del creador.

No seamos parte del grupo de la humanidad que, solo establece sus relaciones sociales o laborales, en espera de una gratificación permanente. Dejar ese legado egoísta o mezquino a nuestros hijos nos hará cómplices de un mundo peor. Esa gran parte de la población que solo espera gratificaciones, reconocimientos, pleitesía u otro tipo de alimentos del ego, terminan siendo los más infelices habitantes del orbe.

Opsensei 

Jun 24 2016