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25 de abril de 2017

9 y contando ...


En un típico amanecer cálido y húmedo en el sur de la Florida, donde la primavera sabe a verano con estas temperaturas que siempre te hacen vestir de ropa muy ligera, el dojo alcanzó sus 9 años.

Han sido nueve años de un aprendizaje continuo y sin descanso, de esfuerzos, de sonrisas, de alegrías, de llegadas y despedidas, de tanto vivir diario que podría escribir un nuevo libro.

El dojo es como un hijo que nació del amor y en este caso se crea por el amor al prójimo y abrió sus ojos al mundo cargado de ilusiones; sin embargo paso a paso fue creciendo y aprendiendo cada día que el mundo regido por los humanos, no se parece mucho al mundo de amor de donde venimos todos.

Ha sido el dojo una escuela de vida para todos los que han convivido en el. Nos ha dejado alegrías, lágrimas, aprendizajes profundos, paz, hermandad, una nueva familia, logros en el mundo deportivo, pero sobre todo esa reconfortante sensación imborrable en nuestro corazón de ayudar a cambiar vidas en positivo mediante la práctica del karate, basado en su filosofía espiritual de ayudar a ser mejores hijos de dios cada día.

Ha sido un trabajo arduo y de mucho sacrificio a todo nivel, sin embargo con unos logros  a nivel espiritual que siempre estarán en el corazón de todos los alumnos, representantes y en nosotros como instructores; lo cual nos hace seguir adelante ante todas las adversidades y les confieso que cuando escribo esto salen lagrimas de mis ojos y el corazón se arruga, pero hay un creador que me llena de energía y amor incondicional por todos para seguir adelante.

Ha sido el dojo uno de los aprendizajes más exigentes que he tenido en mi vida, a nivel de fe en mi mismo y en mi misión de vida de servir al prójimo, ha sido un aprendizaje exigente también para mi familia y sobre todo a mis hijos, quienes desde pequeños han vivido todo a mi lado, gracias mis muchachos por dar tanto siendo tan jóvenes, a ustedes como a todos los que me leen les recomiendo que nunca dejen de luchar por sus sueños, por sus dones y por las señales que les envía su corazón, como diría mi Abo a quien no me alcanza la vida para agradecer todo lo que ha hecho por mí yo por los míos: Haz lo que el corazón te dicte.

Son 9 años y contando, nació el dojo en una época de recesión fuerte como pocas ha conocido la historia de la humanidad y hemos visto empresas gigantes cerrar sus puertas a nuestro lado, sin embargo seguimos nosotros poniendo nuestro corazón y todo lo que somos con todo lo que tenemos en cada amanecer, con el mismo amor con que nació ese 14 de Abril del 2008, con las mismas ilusiones de cambiar vidas en pro de un mundo mejor y con la confianza en que nuestro creador nos tiene donde quiere y que siempre serán lo mejor para nosotros sus planes, en esta experiencia humana de vida, dentro de la inmortalidad espiritual de la que somos parte todos.

Gracias de todo corazón por el apoyo a quienes han compartido estos primeros nueve años y que Dios les bendiga abundantemente a todos por tomarse el tiempo de leerme.

Opsensei
Abril 25 2017

9 de enero de 2013

Un Camino Sin Armas


Un camino sin armas

Comenzar a escribir sobre karate no es tan sencillo como parece… Es complejo y profundo como el arte mismo. Primero que todo aclaro que no soy un fanático porque en el karate no hay fanáticos. El que practique karate con fanatismo, no está recibiendo la información correcta del karate en sí o no comprende a plenitud el verdadero sentido del camino de la mano vacía.
El arte al que me refiero en particular es el Karate japonés. En muchas partes del mundo llaman karate a prácticas de defensa personal o a danzas tradicionales, y nada más lejos de la realidad. El Karate japonés es uno solo y está representado a nivel mundial por las cuatro escuelas más importantes que son: Goju Ryu, Wado Ryu, Shotokan y Shito Ryu. Esta última es la que reúne mayor variedad de técnicas y katas registrados.
El karate japonés tiene sus orígenes en las islas del sur de Japón, siendo la isla de Okinawa el centro de su florecimiento y cuna de los grandes maestros. El karate se basa en un sistema de defensa contra las armas, sin armas. De ahí viene su nombre: Karate Do. Kara significa vacío”, te significa mano” y Do significa “el camino o la vía”, o sea, el camino de la mano vacía, sin armas. Es un sistema tan natural como el cuerpo mismo. No tiene edad, ni sexo. Toda persona puede practicarlo y al poco tiempo comenzar a disfrutar los beneficios físicos y espirituales que el karate brinda. Es un estilo de vida que con la práctica logra convertirse en parte de nuestra rutina diaria y nos despierta ese sentimiento de búsqueda interior para ser un mejor ciudadano. El karate es uno de los pocos deportes que nos permite condicionar el cuerpo y la mente a la misma vez. Nos brinda seguridad, flexibilidad, condición física y fortaleza cardiovascular, y al mismo tiempo nos muestra el camino de la humildad, la hermandad, la determinación para alcanzar metas paso a paso, disciplina, respeto y cortesía con los demás.
No hay malos o buenos estudiantes en karate. Puede ser que existan maestros o instructores mediocres, que no logran comunicar el verdadero sentido del karate y trasmiten al estudiante información equivocada, provocando que muchos alumnos desistan. Con frecuencia los principiantes llegan al Dojo con la sola intención de combatir, perder peso o librarse de las tensiones. La gran mayoría descubre que este arte ofrece mucho más que eso y encuentran en su práctica diaria un conjunto de ventajas que no esperaban recibir. Por otra parte están los que desertan en los primeros días o al poco tiempo, en muchos casos porque no estaban preparados mentalmente para recibir todo el entrenamiento y son de esos que prefieren tomar un camino más sencillo, con menos retos, sin saber que a la larga es menos satisfactorio.
No todos estamos preparados para ser consecuentes cuando tomamos una decisión. En esta sociedad actual, acostumbrada al fast food, la mayoría tiene metas a corto plazo y muy pocos buscan el desarrollo integral que conecta al ser humano con su parte espiritual y lo impulsa a completar su misión de vida.
El entrenamiento del karate se desarrolla en un ambiente de respeto, disciplina, armonía y hermandad. Comprende el trabajo de ejercicios físicos, técnicas básicas o Kihon, técnicas de combate o Kumite y técnicas de combate imaginario o Kata. Este conjunto de técnicas logra brindar al estudiante una armonía entre cuerpo y espíritu como pocas prácticas deportivas.
El karate basa su filosofía en no atacar. El buen practicante de karate desarrolla la capacidad de entrenar su humildad como base del crecimiento humano, para así poder controlar situaciones adversas que podrían terminar en un enfrentamiento. El buen karateca siempre ha de procurar evitar una pelea, pero si lamentablemente la situación llega a un punto en que no hay otra salida que no sea el combate, el karateca hará uso de sus conocimientos para preservar la vida, la propia y la de sus semejantes, en un combate de vida o muerte. Por eso la práctica de las técnicas de combate bien ejecutadas es tan importante como aprender a evitar confrontaciones.
Podemos llevar el aprendizaje del karate a nuestra vida cotidiana, ya que actuando con cortesía, disciplina, humildad, respeto, y logros de méritos  nos convertirá en mejores seres humanos y obtendremos mayor satisfacción personal, para beneficio propio y de nuestro prójimo.
Una gran ventaja es que no requiere de costosos equipos. El karate puede practicarse en cualquier parte, incluso en espacios reducidos y en solitario, sin necesidad de estar en grupo para realizar ciertos ejercicios. El entrenamiento puede comenzar a cualquier edad y los resultados son palpables en un corto tiempo. Si la asistencia a clases se realiza de forma ordenada y consecuente, las personas de ambos sexos, niños o adultos, encontrarán en el karate una forma enriquecedora y sana de acondicionar  el cuerpo en armonía con el espíritu.











26 de agosto de 2012

Paciencia ?

Con bastante frecuencia recibo comentarios acerca de la paciencia que tengo todos los días para compartir mi tiempo en el Dojo con los pequeñines y mantener ecuanimidad en situaciones donde los mismos representantes perderían la cabeza con sus propios hijos, así como también cuando debo esperar en algún sitio o por alguien que me atienda en un lugar determinado sin quejarme.

No es una actitud conformista o derrotista el desarrollar la paciencia que tanta falta hace en todas partes y que se cultiva tan poco en nuestra sociedad, es simplemente el comprender y aceptar que todo tiene su tiempo y su momento en nuestra vida, que si alguno de los seres que interactúan con nosotros a diario no están en capacidad de responder o resolver algo que nos afecta directamente, tal vez sea motivo de muchas causas que no están bajo su control y por lo cual no debemos juzgarlo o crear un ambiente hostil que de forma eficaz nos daña a todos por igual.

En alguna situación de nuestra vida nos han tenido que repetir en varias oportunidades algo que no comprendíamos o requeríamos aprender con destreza y considerábamos que era nuestro derecho el que no los explicaran la cantidad veces que fuera necesario, no es esa una manifestación de Paciencia por quien lo realizo para nosotros y por nosotros.

Pero muchas veces nuestro ego es superior al sentido común o a la capacidad de ver al prójimo con los ojos del corazón o como a nosotros mismos y es ahí donde debemos darnos cuenta que el cambio comienza en nosotros para tener una mejor vida en este viaje terrenal donde todos estamos conectados y no seamos jueces en todo momento de quien nos ayuda y así disfrutemos cada minuto de vida.